Algunas cuestiones sobre los problemas de salud mental
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud mental se define como “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.
Su dimensión positiva se destaca desde la propia definición de salud que figura en la Constitución de la OMS: “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
El concepto de salud mental está también relacionado con la promoción del bienestar, la prevención de los problemas de salud mental y el tratamiento, rehabilitación y recuperación de las personas con problemas de salud mental.
Se puede decir, por tanto, que la salud mental es un aspecto más del bienestar de cada persona. Algo que tenemos que cuidar, prestar atención y afrontar si pensamos que nos encontramos ante un problema de salud mental.
Es una alteración de tipo emocional, cognitivo y/o del comportamiento en que quedan afectados procesos psicológicos básicos como son la emoción, la motivación, la cognición, la conciencia, la conducta, la percepción, el aprendizaje y el lenguaje, lo cual dificulta a la persona su adaptación al entorno cultural y social en el que vive y crea alguna forma de malestar subjetivo.
En ocasiones los problemas de salud mental desembocan en una discapacidad, puesto que la percepción, el ánimo y el comportamiento de las personas con trastorno mental pueden dificultar su actividad en la sociedad. En estos casos hemos de tener en cuenta, que la persona deberá contar con los apoyos necesarios para favorecer su autonomía personal y una vida independiente. Entre ellos destacan los tratamientos integrales, personalizados y continuos, así como la eliminación de las barreras sociales (prejuicios, estigma…) que les impiden disfrutar y ejercer todos sus derechos.
Los tratamientos deben ser distintos según el tipo de problema de salud mental, y se deben diseñar intervenciones continuadas y personalizadas para cada uno de los casos. Es imprescindible combinar el tratamiento farmacológico con medidas de rehabilitación socio-laboral, apoyo familiar y ayuda psicológica. La atención psicológica es fundamental para afrontar los efectos de la enfermedad en su vida social, familiar y profesional.
Cuestiones sobre falsos mitos y prejuicios en torno a los problemas de salud mental
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud mental se define como “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.
Su dimensión positiva se destaca desde la propia definición de salud que figura en la Constitución de la OMS: “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
El concepto de salud mental está también relacionado con la promoción del bienestar, la prevención de los problemas de salud mental y el tratamiento, rehabilitación y recuperación de las personas con problemas de salud mental.
Se puede decir, por tanto, que la salud mental es un aspecto más del bienestar de cada persona. Algo que tenemos que cuidar, prestar atención y afrontar si pensamos que nos encontramos ante un problema de salud mental.
Es una alteración de tipo emocional, cognitivo y/o del comportamiento en que quedan afectados procesos psicológicos básicos como son la emoción, la motivación, la cognición, la conciencia, la conducta, la percepción, el aprendizaje y el lenguaje, lo cual dificulta a la persona su adaptación al entorno cultural y social en el que vive y crea alguna forma de malestar subjetivo.
En ocasiones los problemas de salud mental desembocan en una discapacidad, puesto que la percepción, el ánimo y el comportamiento de las personas con trastorno mental pueden dificultar su actividad en la sociedad. En estos casos hemos de tener en cuenta, que la persona deberá contar con los apoyos necesarios para favorecer su autonomía personal y una vida independiente. Entre ellos destacan los tratamientos integrales, personalizados y continuos, así como la eliminación de las barreras sociales (prejuicios, estigma…) que les impiden disfrutar y ejercer todos sus derechos.
Los tratamientos deben ser distintos según el tipo de problema de salud mental, y se deben diseñar intervenciones continuadas y personalizadas para cada uno de los casos. Es imprescindible combinar el tratamiento farmacológico con medidas de rehabilitación socio-laboral, apoyo familiar y ayuda psicológica. La atención psicológica es fundamental para afrontar los efectos de la enfermedad en su vida social, familiar y profesional.