A lo largo de la Historia “la locura” se ha relacionado con alguna forma de incorrección moral, legal o social y las personas con problemas de salud mental “los locos” fueron vistos como endemoniados o poseídos, seres amorales y peligrosos a los que había que aislar.

Entre los siglos XVII y XVIII las personas con problemas de salud mental comienzan a ser tratadas desde la perspectiva médica. A partir de un lenguaje medicalizado se realizan clasificaciones y diagnósticos, de esta manera se justifica racionalmente su exclusión social y su internamiento en instituciones para tratar la locura, es decir, los manicomios cuyo nombre mutara por el de asilos para insanos y luego por el de hospitales psiquiátricos.

A principios del siglo XX surgen las transformaciones en el ámbito de la salud mental con el Higienismo Mental que denunció la situación de desamparo, abandono, estigmatización y precariedad en la que se encontraba el colectivo de personas con problemas de salud mental, se opuso a las prácticas tradicionales de la psiquiatría e inició las críticas al modelo asilar. Sin embargo, a pesar de las criticas impulsadas por esta corriente no fue suficiente para modificar las prácticas tradicionales circunscritas al “asilo” pero permitió dar los primeros pasos. Banner: Higienismo Mental. Movimiento fundado en 1909 por el psiquiatra estadounidense Clifford Beers (1876-1943), cuando creó la Sociedad de Connecticut para la Higiene Mental. La finalidad de este movimiento era el de prevenir la enfermedad mental, acabar con la estigmatización de esta y promover la investigación y la enseñanza de los médicos psiquiatras. Se considera como el comienzo de la Psiquiatría Comunitaria.

Las décadas de los 50s y 60s viven una auténtica una auténtica Revolución Farmacéutica con la aparición y desarrollo de numerosos psicofármacos. El desarrollo de la psicofarmacología ayudó a la transformación progresiva de la concepción de la salud mental y a la manera de desarrollar la atención a las personas con problema de salud mental, ya que al hacer posible el control o la reducción de los síntomas dejaba sin justificación la necesidad de la reclusión.

Como consecuencia de los cambios introducidos en las décadas anteriores, a partir de los años 60s – 70s en algunos países se inicia el movimiento conocido como La Reforma Psiquiátrica (En España este proceso se materializó en 1986 con la aprobación de la Ley General de Sanidad) y se va desarrollando el Modelo de Atención Comunitaria o Psiquiatría Comunitaria. Esta corriente propició lo que se conoce como “desinstitucionalización” cuyos principios fundamentales fueron el abandono de la política manicomial, la Reintegración en la comunidad de personas con problemas de salud mental de larga evolución una vez estuvieran “estabilizados”, Establecimiento y mantenimiento de sistemas de apoyo comunitarios para atender a las personas con problemas de salud mental no institucionalizados.

En los años 80, se desarrolla el modelo de rehabilitación psiquiátrica o Rehabilitación Psicosocial. La meta global de la rehabilitación psicosocial consiste en ayudar a las personas con discapacidades psiquiátricas (o discapacidades psicosociales) a reintegrarse en la comunidad y a mejorar su funcionamiento psicosocial de modo que puedan mantenerse en su entorno social y familiar en condiciones lo más normalizadas e independientes posibles (Anthony, Cohen & Cohen, 1984). Supone no solo mejorar las competencias individuales sino también introducir cambios en el entorno (OMS,1995).

Paralelamente a esta transformación, desde el seno de los movimientos de defensa de los derechos civiles surgidos en los años 60s – 70s, nacen grupos de personas con problemas de salud mental que empiezan a reivindicar que necesitan algo más que el alivio de los síntomas, como aspiraciones y deseos en el ámbito educativo y laboral, independencia personal y un trato digno e igualitario. Estas iniciativas pioneras fueron creciendo y consolidándose, siendo el germen de movimientos como “el movimiento de Supervivientes de la Psiquiatría”, “La Red de Escuchadores de Voces” o los colectivos en “Primera Persona”, cuya principal demanda es que su voz sea escuchada y que se reconozca su papel protagonista en el desarrollo de su propio proyecto vital.

En la década de los 90s se comienza a enunciar el concepto de Recuperación y a desarrollarse progresivamente el Modelo de Recuperación que acabará por convertirse en el paradigma que articule no solo las políticas sanitarias y sociales específicas del ámbito de la salud mental, sino que, de una u otra manera, requiere revisar y modificar normativas más generales para dar cabida a la igualdad de trato y de derechos de las personas con problemas de salud mental durante largo tiempo excluidas.

El cambio de siglo trae consigo otro cambio transcendental en la perspectiva con que hasta entonces se había tratado la Discapacidad. En el año 2006 se aprobó La Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad cuyo propósito es promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad, y promover el respeto de su dignidad inherente. Este documento legal obliga a los estados que voluntariamente se adhieran a realizar los cambios legislativos necesarios para que esta declaración sea efectiva. Este cambio de paradigma reconoce que son las sociedades las que deben adaptarse para que las personas con discapacidad de todo tipo puedan disfrutar de sus derechos en condiciones de igualdad incluyendo entre estos derechos el de decidir sobre su propio proyecto vital.

Este último hecho ha sido el impulso definitivo para la incorporación del Modelo de Recuperación a las políticas públicas que se ha ido plasmando en directrices, normas o leyes, de ámbito autonómico, nacional, e internacional.

Desde “Las naves de los locos” en las que una parte de los llamados dementes o insensatos eran metidos en barcos para su traslado al destierro, la “Torre de los Locos” de Viena, L’Hôpital Pitie-Salpêtrière de París o el manicomio sevillano de Miraflores, hasta el reconocimiento de la dignidad e igualdad de derechos de las personas con problemas de salud mental, se ha transitado un largo camino, sin embargo, aún quedan muchos pasos para que los principios del Modelo de Recuperación sean una realidad y para que ello sea posible se requiere un último esfuerzo conjunto desde los ámbitos profesional, institucional, asociativo, social y también personal.